El pez peludo del Papa

Estás discutiendo con alguien acerca de la existencia de los milagros, de ovnis, fantasmas, Dios, orcos, duendes, o teteras espaciales, y en un determinado momento ocurre (¡tenía que ocurrir! ¡siempre lo hace!), tratas de escapar, pero no te da tiempo... y lo escuchas:

"A diferencia de la religión, no podemos confiar en la ciencia, porque la ciencia puede equivocarse, de hecho lo ha demostrado innumerables veces a lo largo de la historia"

Una afirmación tan estúpida que ya casi prefiero no contestarla, sino mirarla con afecto, pobrecita.

Y sí, la ciencia se equivoca, se equivoca mucho, ¿quizás ese sea el secreto de su gran éxito?, ¡o quizás no! quizás deberíamos buscar un método infalible. Pero, ¿donde podemos encontrar a alguien o a algo que no se equivoque? A Jesucristo lo mataron los romanos, Dios no responde a mis correos electrónicos, el Dalai Lama tiene una birria de superpoderes, y la Wikipedia aun no lo sabe todo...

Entonces, ¿a quién le preguntamos?

Pues al representante de Dios en la Tierra, el secretario de Jehová, el "corre-ve-y-dile" del Demiurgo... el mismísimo Papa de Roma, que, señoras y señores, por si no lo sabían, es infalible, es decir, que no se equivoca. Es una de esas infinitas chorradas en las que cree la gente sin saber por qué, y que se le ocurrió a Pio IX en el 1870 (porque querría ganar a todo el mundo en el Apalabrados, o vete a saber).

(Como todos los superpoderes chulos tiene sus pegas, solo funciona cuando habla como Papa, no cuando está de andar por casa)

Esto aplicado al conocimiento humano sería la bomba.
A mi me lleva a pensar en la biología, tanta taxonomía y análisis del genoma para clasificar las especies cuando lo mejor que podemos hacer es recurrir a nuestro amigo el pope.

Oliver Sacks en su libro "Diario de Oaxaca" (cuenta un viaje que hizo a Méjico con la "Sociedad Americana del Helecho") incluye una anécdota sobre esto:

"Por una dispensa rabínica especial, los saltamontes son kosher, al contrario que la mayor parte de los invertebrados. (¿No se alimentaba Juan el Bautista de langostas y miel silvestre?) Esta dispensa siempre me ha parecido razonable e incluso necesaria, pues la vida en el antiguo Israel era muy azarosa, y las langostas, como el maná, eran un regalo divino en tiempos de escasez. Las langostas podían presentarse a millones, y consumían las siempre precarias cosechas de aquellos tiempos. Por eso parecía de justicia elemental que los hombres se comieran unos cuantos de aquellos voraces insectos. 

Sin embargo, hace un par de años, cuando visité el Pantanal en Brasil, me sentí indignado al descubrir que los capibaras, unos conejillos de Indias acuáticos y gigantes, animales dulces y hervíboros que no se meten con nadie, acababan en el plato durante la Cuaresma, debido a una dispensa papal que permitía considerar "pescado" a estos mamíferos. Esto no sólo es una sofistería monstruosa, sino que casi ha provocado la extinción de los mansos capibaras. Robbin me dice que, en Estados Unidos, a los castores se los clasificó como "pescado" por el mismo motivo."

Oliver Sacks. "Diario de Oaxaca" p.117

Los biólogos hemos estado tanto tiempo equivocados... ¡¿Cómo no nos dimos cuenta antes de que los castores son peces?!

Si tienen cola...  pelo y... uñas...

Tay

4 comentarios:

emejota dijo...

¿Y qué comentar? Pues nada, que te acompaño en el sentimiento, que no eres el único en sentir así. Bss.

Tay dijo...

Gracias Emejota, aunque suene egoista decirlo, me alegro de no ser el único fastidiado por ello :)

ibso dijo...

No hay plaga más dañina que la humana (y voraz). Quizás pronto haya una dispensa papal para el canibalismo, siempre que el "animal" no sea cristiano, claro.
Si no creyera que también podemos ser seres inteligentes, estas estupideces de algunos que se creen “divinos” me resultarían insoportables.
Un saludo.

Tay dijo...

Ibso

Siempre hay quien compensa :)