«La imaginación popular muy a menudo se inflama con la imagen de gigantescas máquinas voladoras que van a grandes velocidades a través del Atlántico, transportando innumerables pasajeros de manera análoga a nuestros modernos transatlánticos... Creo que no me equivoco al afirmar que tales ideas son por completo ilusorias, y que incluso aceptando el hecho de que una máquina pudiera conseguir transportar a uno o dos viajeros, el precio resultaría tan elevado que nadie, excepto los capitalistas que lograsen poseer su propio avión, podría volar. Otra tontería popular es esperar que llegue a obtenerse una enorme velocidad. Debe ser recordado a tal efecto que la resistencia del aire es proporcional al cuadrado de la velocidad y el trabajo, al cubo de la misma. Si con 30 HP podemos alcanzar actualmente una velocidad de 40 millas por hora (64 Km/h), para poder lograr las 100 millas por hora (170 Km/h) deberíamos emplear un motor capaz de obtener una potencia de 470 HP... Por ello resulta claro que nuestras máquinas actuales no tienen la menor esperanza de poder competir jamás en velocidad con nuestras formidables locomotoras o nuestros modernos automóviles.»
Palabras del astrónomo William H. Pickering, después de que los primeros aeroplanos hubieran
empezado a volar.
El ejemplo de lord Rutherford demuestra que no es el hombre quien más sabe sobre un tema, cuyo conocimiento maestro de su especialidad puede darle los mejores puntos de referencia para el futuro. Una carga excesiva de conocimientos puede enmohecer las ruedas de la imaginación; he intentado formular esta observación en la ley de Clarke, que puede ser expresada como sigue: «Cuando un distinguido pero ya maduro científico declara que algo es posible, tiene razón casi con toda seguridad. Cuando declara que algo es imposible, probablemente se halla equivocado.»
Arthur C. Clarke. Secretos del futuro
-----------------------------------Palabras del astrónomo William H. Pickering, después de que los primeros aeroplanos hubieran
empezado a volar.
El ejemplo de lord Rutherford demuestra que no es el hombre quien más sabe sobre un tema, cuyo conocimiento maestro de su especialidad puede darle los mejores puntos de referencia para el futuro. Una carga excesiva de conocimientos puede enmohecer las ruedas de la imaginación; he intentado formular esta observación en la ley de Clarke, que puede ser expresada como sigue: «Cuando un distinguido pero ya maduro científico declara que algo es posible, tiene razón casi con toda seguridad. Cuando declara que algo es imposible, probablemente se halla equivocado.»
Arthur C. Clarke. Secretos del futuro
El ejemplo que elige Arthur C. Clarke es perfecto para su época, ¿cuantas veces se dijo que nada más pesado que el aire sería capaz de volar?
¿cuantas veces se dijo esto mientras las aves volaban sobre las cabezas de los científicos?
Os dejo estos vídeos para que lo penséis...
Este espero que queme esa tajante seguridad de Pickering...
y este, no menos espectacular, dedicado a Pickering, y por supuesto a todos nosotros, que también podemos equivocarnos, y seguro que lo estamos haciendo.
Tay.
Ahora os pregunto... ¿qué creéis que se nos puede estar pasando? ¿qué nos hemos negado y qué conseguiremos?
Os dejo estos vídeos para que lo penséis...
Este espero que queme esa tajante seguridad de Pickering...
y este, no menos espectacular, dedicado a Pickering, y por supuesto a todos nosotros, que también podemos equivocarnos, y seguro que lo estamos haciendo.
Tay.
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