Alex, el loro hablador de Irene Pepperberg, al que dediqué mi charla en Naukas Bilbao 2012, era un bicho sorprendente. No fue elegido por ser especial, Irene lo eligió al azar, no quería demostrar hasta donde podía llegar un animal excepcional, quería ver “qué había en el interior de la cabeza” de un loro gris africano cualquiera.
Pero lo cierto es que Alex nunca fue un loro cualquiera, como todo animal que se relaciona socialmente, Alex tenía personalidad, y no de cualquier tipo, sino una muy fuerte. Siempre fue el loro dominante del laboratorio y siempre tuvo intimidados a sus compañeros, a los que interrumpía en las sesiones de entrenamiento con preguntas propias e incluso les llegaba a advertir cuando sus respuestas eran erróneas. Si su compañero “Griffin” respondía mal a una pregunta, Alex solía decirle a gritos “Say better!” (“¡Dilo mejor!”) las palabras que los entrenadores usaban con él cuando se equivocaba.
Estaba acostumbrado a encontrarse siempre en un lugar superior al resto de sus compañeros, en las fotos en las que aparece Irene con sus loros, siempre es Alex el que está más cerca de ella, ¡no permitía otra cosa!
Se acostumbró a recibir todo lo que pedía, pues esto formaba parte de su entrenamiento, algo que llego a convertirlo en un autentico cacique alado. Los becarios que colaboraban con la investigación se llamaban a sí mismos “esclavos de Alex”, corrían continuamente de un lado para otro del laboratorio al son de: “quiero agua”, “quiero hombro”, “quiero ducha”, “quiero nuez”… sin duda debía ser divertido para Alex.
Hay una anécdota que me habría gustado contar en la charla, pero no pude por falta de tiempo.
A diferencia de en “The Alex Studies“, Irene Pepperberg en su libro “Alex and Me” hace especial hincapié en las anécdotas del día a día con Alex, al leer el libro es fácil descubrir su personalidad que ocultaba bajo las plumas.
En una ocasión Irene quiso probar la inteligencia de sus loros grises con un test que ya habían superado con éxito los cuervos del naturalista Bernd Heinrich. La prueba es muy sencilla de explicar, el ave se encuentra sobre un palo, y de éste cuelga una cuerda, en el extremo de la misma hay un trozo de carne, el ave ha de tirar de la cuerda haciendo uso de su pico y sus patas para acercar el alimento. Parece sencillo, pero para superarlo el animal debe tener un plan mental de qué es lo que quiere conseguir, y el método por el que va a conseguirlo. Además, para un ave, que solo cuenta con su pico y las patas sobre las que se sustenta, no es nada fácil coordinarse para; tirar de la cuerda, pisar la cuerda sobrante, volver a tirar, y así sucesivamente.
BERND HEINRICH (1995). AN EXPERIMENTAL INVESTIGATION OF INSIGHT IN COMMON RAVENS (CORVUS CORAX)
Heinrich, que posee una mente ciertamente creativa, había ideado este test para probar la inteligencia de los cuervos, ató un trozo de carne con una cuerda, y ésta a la rama de un árbol, entonces solo esperó y observó. Los cuervos superaron la prueba rápidamente, sin prueba y error, y sin entrenamiento alguno, simplemente comprendieron el problema y le pusieron solución.
Irene encontró el artículo de Heinrich muy interesante, y ese mismo año (1995) quiso probar a sus loros grises. En lugar de utilizar carne, ató a la cuerda una campana, la favorita de aquellos seres emplumados.
Primero fue el turno de Kyo, Irene lo colocó sobre su percha, mientras debajo colgaba la cuerda. Kyo miró la cuerda y la campana, entonces utilizó su pico y una de sus patas, fue tirando y aguantando la cuerda, tal y como lo habían hecho los cuervos, y lo consiguió, superó la prueba rápidamente y a la primera.
Entonces llegó el turno a Alex, Irene sospechaba que no iba a ser fácil, tenía que motivarlo especialmente, por ello en lugar de colgar un juguete utilizó lo único que podía gustarle más que eso, una suculenta almendra.
Puso a Alex en la percha. Alex miró hacia abajo y volvió la mirada hacia Irene. No hizo nada. Ella estaba expectante pensando en qué demonios estaría pasando por la cabeza de Alex… y después de unos segundos lo descubrió, Alex dijo “Pick up nut” que vendría a ser algo así como: “Recoge la nuez”.
Irene le respondió “No, Alex recoge tu la nuez”, entonces él le devolvió la mirada y le dijo “¡Recoge la nuez!” de forma más brusca.
Irene trató de convencerlo, pero fue imposible. Esto impidió que Irene publicase los resultados hasta muchos años después, cuando tuvo en su laboratorio otros loros grises.
Alex era un autentico cacique, y como muchos grandes científicos estaba acostumbrado a explotar a sus becarios (esclavos), dejando patente no solo su fuerte personalidad, sino el hecho de que, en ocasiones, cuanto más inteligente es un animal, más complicado puede ser trabajar con el.
Tay
Referencias:
Alex and Me
Bernd Heinrich (1995). An experimental investigation of insight in common ravens (Corvus corax)