La naturaleza de los números


Este año, en mitad de una época “extraña” para mi formación científica (periodo en el que mi tiempo era invertido principalmente en cambiar el medio de unos aburridos cultivos neuronales, un día sí y un día no…) tuve la suerte de poder asistir a un par de inspiradoras conferencias de Roger Penrose, físico matemático profesor de la Universidad de Oxford, compañero de Stephen William Hawking (que a su vez es hijo de un famoso parasitólogo) es uno de los mayores expertos en relatividad general y, además, es un controvertido filósofo del funcionamiento y naturaleza de la mente.

En la primera conferencia Penrose expuso varias ideas controvertidas, tanto que, allí mismo, en un gran salón de actos lleno de colegas de profesión del matemático inglés, se levantaron murmullos imposibles de ignorar, una de ellas fue, predeciblemente, la piedra angular de la teoría de Penrose, la estrecha relación que él propone entre la física cuántica y la mente, siendo el citoesqueleto neuronal el encargado de “abrir la puerta” al mundo cuántico. La otra idea “fabricadora de murmullos” proponía tres mundos, un mundo platónico matemático, un mundo físico y un mundo mental, conectados entre sí de forma limitada.

Al terminar la conferencia las críticas comenzaron diciendo que las matemáticas son un invento humano, no pueden existir fuera de nosotros, pues son solo una herramienta para acceder al mundo. Penrose respondió recurriendo a su especialidad, la relatividad general, dijo que la relatividad de Einstein no fue un invento, sino un descubrimiento, pues… a cada nueva mejora que se hace, cada experimento que se realiza sobre ella, se demuestra que la relatividad es válida, que esas ecuaciones existen y son reales.

Estas ideas han rondado mi cabeza, pero es difícil demostrarlas… hoy, paseando por la red, he descubierto (que no inventado) un artículo que, aun a gran distancia de demostrar esta “teoría de la mente”, si es cierto que se encuentra en un punto cercano.

El profesor Brian Butterworth, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Londres, especializado en la discalculia (dificultad en el aprendizaje de las matemáticas), aburrido de la programación televisiva* se ha dedicado a estudiar la habilidad matemática de niños aborígenes australianos, de dos a siete años, comparada con la de niños ingleses.
Esto no tendría mucha razón de ser si no fuese por el hecho de que los aborígenes australianos no tienen palabras para expresar los números, poseen expresiones para el uno, dos, poco y mucho, no más.

Mediante una serie de sencillos ejercicios numéricos, como es contar el numero de sonidos que producen dos palos al chocar, se ha podido comprobar que los niños aborígenes son tan buenos (o mejores) que los ingleses. Esto contradice la idea de que es necesario un lenguaje para poder desarrollar conceptos numéricos superiores al tres.

"nuestro estudio de los niños aborígenes sugiere que tienen un sistema innato de reconocimiento y representación numérica y que la falta de vocabulario para los números no les impide realizar tareas aritméticas"
"Nacemos con la capacidad para ver el mundo numéricamente, igual que nacemos para ver el mundo a color"
Brian Butterworth

Por último, un comentario personal acerca de la necesidad de una visión multidisciplinaria.
Qué sería de la teoría de Penrose si no fuese por los neurocientíficos interesados en la física cuántica... cuánto dinero y trabajo habría ahorrado Butterworth si algún etólogo le hubiese explicado que las aves son capaces de contar varios objetos, y que yo sepa… no hablan.

La capacidad de cálculo no es un invento, viene "de serie" con nosotros, quizá un día descubramos lo que siempre hemos tenido delante, somos animales.

Tay.

*imagino.

Fuentes:
Bbc News

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también tuve épocas "extrañas" durante mi formación científica. Cuando me di cuenta de la importancia de la genética, me metí en un laboratorio de microbiología a aprender técnicas de purificación de ADN, de polimerización de ADN, y todas esas cosas, el "blotting", técnicas de electroforesis y todo eso. Al cabo de un año me di cuenta que no era mi camino, pues todo se limitaba a aplicar recetas preestablecidas y protocolizadas, y que no había enjundia "filosófica", sino trabajo de laboratorio frío enormemente aburrido. De modo que ni la microbiología ni la genética ni la biología molecular, tan apasionantes a priori, me señalaron el camino a seguir EN LA PRÁCTICA, por muy interesante que a priori puedan parecer las cosas. También descarté por razones parecidas muchas otras especialidades que estuve tanteando (casi todas de hecho) para lo cual pasé desde tercero de carrera los tres meses de cada verano en centros hospitalarios, de modo que cuando acabé la carrera había acumulado ya año y medio de experiencia hospitalaria en varias especialidades (si sumamos los meses de prácticas obligatorias a los meses de verano). Y así pude tener una perspectiva de para qué servía yo, independientemente de lo atractiva que pudiese parecer una especialidad a priori.
Otra de las especialidades que me atraía como la luz a una polilla era la anatomía patológica (la de RAmón y Cajal), pero tampoco me vi el resto de mi vida inclinado sobre un microscopio. Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.
Pero pasé un mes estupendo de prácticas en un servicio de neurofisiología cuando estaba en quinto de carrera, y entendí a la primera que era lo mío, y que si podía me dedicaría a eso: era el sistema nervioso, y eran técnicas (lo cual evita el aburrimiento). De modo que encontrar el camino precisa la visión de uno mismo haciendo eso en la práctica, porque a priori hay caminos atrayentes que luego no lo son en la práctica para uno.
Por suerte al final conseguí dedicarme a lo que elegí, y más teniendo en cuenta que prediqué a los cuatro vientos ya en quinto de carrera que me iba a dedicar a la neurofisiología. Aunque dudo que me hubiese sentido frustrado en caso de no haberlo conseguido, pues en la vida hay que ser práctico y adaptable, y además al cabo de diez años todo se vuelve una rutina pesada y molesta.



En cuanto a la idea de Penrose, pues yo no le veo ni pies ni cabeza. Daría lo mismo que hubiese dicho que la mente son los microtúbulos como que hubiese dicho que son las vellosidades intestinales, del modo en que lo plantea.
Téngase en cuenta que en el cerebro YA HAY un sistema de transmisión de información DENTRO del sistema: la sinapsis. Pretender que hace falta OTRO sistema para explicar lo que YA HACEN las sinapsis para mí es poco estimulante desde el punto de vista intelectual, sin llegar a ningún otro tipo de conclusión.
El caso es que a muchos científicos su olfato les dice que lo que el cerebro hace con la información a veces parece tener un carácter cuántico, por su "no localización", dicho así, de modo general, y dicho con este carácter intuitivo. Y es que la mente parece brotar de la nada con soluciones fáciles a problemas complejos, como estimaciones sobre la fuerza que hay que hacer para salvar un charcho sin caer en el siguiente, y cosas así, que de puro mágicas parecen cálculos cuánticos, instantáneos. Y por supuesto también parece tener carácter cuántico la descomunal magnitud de información que se procesa en la mente, y la rapidez con la que se decide entre opciones, y el carácter no-local de todas las opciones posibles, que son tan fantasmagóricas como ese fotón que atraviesa dos rendijas a la vez, con ese raro carácter cuántico. De ahí que tantos científicos prevean que en el cerebro ocurre algo cuántico.
Por supuesto, a mí me parece que yo tengo la respuesta para esta intromisión de lo cuántico en los asuntos del cerebro: no es un comportamiento cuántico verdadero, sino la recreación de uno (del entrelazamiento, nada menos), pues es recreando un entrelazamiento como los objetos mentales se integran en un solo objeto consciente: el sujeto. A mí no me parece incomprensible que las sinapsis recreen un comportamiento cuántico, pues estas recreaciones ocurren, en mi opinión, por todas partes todo el tiempo, por ejemplo: el agua recrea, a gran escala, un comportamiento cuántico: la difracción de ondas: en el agua puede observarse la difracción de ondas (ondas de agua) y eso que LAS ONDAS EN EL AGUA NO SON ONDAS, sino que sólo lo parecen, son una recreación CONVINCENTE de ondas que se difractan, pues esas ondas en el agua NO SON ONDAS... Ondas son, por ejemplo, los fotones, pues son partículas elementales, con dualidad onda-corpúsculo. En cambio, las ondas de agua no son ondas de verdad, aunque consigan recrear una difracción a gran escala, y no son ondas de verdad por lo siguiente: la difracción en el agua sólo ocurre a gran escala, dichas ondas de agua no llevan asociada una partícula (un fotón, por ejemplo), y por último, no se propagan por el vacío, sino en el medio acuoso.
Pues el cerebro hace lo mismo, recrea un comportamiento ondulatorio, como el agua, y si el agua recrea la difracción, el cerebro recrea el entrelazamiento, y así es como la mente consciente consigue ser en la práctica, sólo a gran escala (como la difracción en el agua) y con un error despreciable desde esa gran escala, la mente de UN sujeto, que en la práctica viene equivaliendo a un sujeto que es consciente de la realidad a través de la "película" que su mente proyecta como representación de la realidad.
Y como ya he dicho tantas veces, esta idea da lugar a una serie de predicciones que servirían para comprobar que dicha recreación de un entrelazamiento se está produciendo. ¿Por qué servirían? Porque dichas predicciones son originales, predicen fenómenos nunca vistos ni sospechados hasta ahora, y se infieren lógicamente a partir de esta idea. Básicamente la predicción es (una vez más) la presencia de actividad coherente local y transitoria entre señales simples en corteza cerebral.




Espoc

Tay dijo...

Hola Espoc, espero alcanzar un puesto que me llene tanto como a ti el tuyo.

Te he contestado en la otra entrada de Penrose a este texto, pues me ha "venido" una duda.

Un saludo

Anónimo dijo...

No solo los niños aborígenes sin enseñanza matemática saben de números, los elefantes saben sumar según un estudio de investigadores japoneses. Superan a todos los animales incluyendo a los homínidos.

http://www.latercera.cl/contenido/27_42201_9.shtml

Saludos de RICK

Tay dijo...

Gracias Rick!

Ahora le echo un vistazo al texto, parece interesante.

Estoy totalmente de acuerdo contigo, no somos los únicos que usamos los números, no por poner nombre a una cosa esta es solo nuestra... algún día quizá lo comprendamos, no?

Un saludo

Buy Online Pharmacy dijo...

También tuve la oportunidad de asistir una de sus conferencias y creanme que es una maravilla, quedé encantada.