Escribí "El error del pavo inglés" cuando decidí embarcarme en una tesis en paleontología. En un verano plasmé en un libro las ideas que rondaban mi cabeza y que no quería perder al centrarme en temas completamente nuevos. Con el tiempo no solo no he perdido todo aquello, sino que he aprendido mucho.
El pavo real que da título al libro cortejaba una gasolinera, un error que le condenaba a horas y horas perdidas tratando de comunicarse con un surtidor de gasolina. Esto me sirvió de ejemplo de partida para explicar los errores, que como el pavo, los humanos cometemos desde que existe la historia. Por aquel entonces no existía una explicación clara del porqué de aquel comportamiento. Los ornitólogos consultados decían que el surtidor de gasolina debía de emitir un sonido que confundía al pobre "Mr. P" (así se llamaba el bicho).
Animal Behaviour recogía ayer en su web las notas de prensa de un artículo recién publicado en el que dos investigadores canadienses describen y analizan, por primera vez, los sonidos inaudibles con los que se comunican los pavos reales.
Traduzco el texto de Animal Behaviour:
"Las colas de pavo real son una de las demostraciones más bellas del reino animal. Pero no solo son bonitas a la vista. Las aves también usan sus enormes colas para producir un sonido muy fuerte- que los humanos son incapaces de oír. Cuando un pavo real agita su cola, produce un sonido de un tono tan bajo que los humanos no podemos oír. Esto es así pese a ser un ruido tan fuerte como el de un coche pasando a pocos metros de nosotros. Angela freeman y James Hare de la Universidad de Mnitoba en Winnipeg, Canada, han mostrado como los pavos reales pueden producir estos ruidos "infrasónicos" con sus colas. Estas aves pueden sentirlos y responder a ellos."
He comenzado la entrada contando el motivo por el cual escribí el libro, porque el mismo día que publicaron la noticia (ayer) fue cuando deposité mi tesis (por fin) terminada, qué cosas.
Tay.
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