La Ciencia en España, según el FECYT, en cuanto a interés nacional, se encuentra en posición trece, por debajo del terrorismo, de los "sucesos", viajes y turismo, la prensa rosa, la astrología, la vivienda o la inmigración. (Noticia de El País, febrero 2009)... y es considerado un buen puesto.
"El amor no es el resultado de la acción de hormonas en el cerebro", "El amor es el más grande de los misterios", "El hombre es mucho más que un animal"... etc.
Todas estas frases tienen una gran relación con el motivo por el cual... casi nadie está interesado en el gorila, mientras que muchos lo están en el Yeti, casi nadie lo está en el funcionamiento de los órganos que forman su propio organismo, y sí lo estarían por un organismo extraterrestre cualquiera, casi nadie esta interesado en saber por qué tenemos cuatro patas o dos ojos en la cara... y una interminable lista de "casi nadies" más... Es esa categoría que aplicamos a los objetos que "ya se saben", contraria a aquella de "no se sabe".
En mi opinión todo se debe a la extraña forma en la que responde nuestra cabecita a las preguntas y a las respuestas que para ellas encontramos...
Cómo nos gustan las preguntas, nos encantan, el cerebro se nutre de información continuamente, es adicto a los estímulos, de cualquier tipo, si no lo estimulas se aburre rápidamente... nos gustan tanto las preguntas, hacen trabajar tanto al cerebro, le dan tanta cantidad de eso que busca... que... en ocasiones... no queremos respuestas, nos regocijamos con las preguntas y desechamos toda solución como falsa con el único fin de seguir imbuidos en ese aterciopelado colchón de misterios en el que nos encontramos tan a gusto... como repite una y otra vez ese cienciofilo ser de extraño pelaje llamado Eduardo Punset "la felicidad está en la sala de espera de la felicidad", como el mito del tonto feliz, muchos prefieren renunciar al conocimiento en vías de postergar el momento en el que el "flow" se interrumpe por la brusca aparición de la agridulce respuesta.
Si a esto unimos la necesidad imperante (como animales sociales que somos, con competencia intraespecífica social) de destacar sobre los demás y tratar de conseguir lo que nadie ha hecho todavía... esa dilución de todo interés por lo conocido en función de cuantos lo conozcan (el "eso ya se sabe") queda en una posición contraria a todo aquello que no tiene respuesta (porque no queremos dársela), aunque la tengamos delante de esos dos ojos resultado de la bilateralidad cuyo origen ignoramos.
Como decía alguien en la "Guía del Autoestopista Galáctico"... ¿Es que no bastaba ver la belleza de un jardín, sin tener que creer por ello que estaba
habitado por las hadas?
Tay.
Una entrada relacionada en "Los monos también curan", "Miedo al determinismo biológico".
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